Con la música a todas partes

La música está en el ADN de la cultura zaragozana. Como prueba, Amaral, Bunbury o Kase O son solo algunos de los nombres con mayúsculas que la capital aragonesa ha dado al panorama musical nacional e internacional. Es una ciudad donde la agenda cultural está llena de conciertos (muchos de ellos gratuitos), con una de las ofertas más nutridas del país de salas de música en directo, algunas de ellas con gran solera.

También han surgido en los últimos años concursos, que apuestan por el talento local y emergente, o ciclos como el que, con la llegada del buen tiempo, eleva conciertos de escala íntima a la azotea del Pablo Serrano, con increíbles vistas a media ciudad. Los teatros también reciben a los grandes nombres de la música y tampoco se renuncia al gran formato, con recitales en recintos como la sala Multiusos o el pabellón Príncipe Felipe.

“Siempre que me preguntan por los auditorios modernos, en cualquier lugar del mundo, tengo que referirme al Auditorio de Zaragoza, porque tiene la acústica más importante, la mejor que conozco”. La opinión del prestigioso director de orquesta Zubin Metha es la mejor tarjeta de presentación del Auditorio de Zaragoza, el lugar de reunión de los amantes de la música clásica en Zaragoza. Aunque no solo. Por su sala más emblemática, la Mozart, han pasado, desde su inauguración en 1994, algunas de las orquestas y solistas más importantes del mundo, pero también exponentes de otras músicas modernas o populares. De Lang Lang a Raphael, de Zymmerman a Joan Manel Serrat de Grigori Sokolov a Mónica Naranjo, además de grandes nombres de la magia o del monólogo de humor. También el auditorio se ocupa de hacer pedagogía de la música clásica con ciclos infantiles o de iniciación a precios populares.

El edificio sirve también de sede a congresos, festivales o galas en sus diversas salas, con su espectacular atrio como gran aliado. Además, es usado como lugar de ensayo para orquestas locales.

Teatros como el Principal, el del Mercado, el de la Estación o el de Las Esquinas, decenas de salas de conciertos y hasta el último café cantante que queda en Europa, el Plata, se unen a festivales de cine o ciclos musicales.

Zaragoza es sinónimo de danza. La ciudad de María de Ávila o Víctor Ullate cuenta con el Festival Trayectos, que a comienzos del verano se cuela en rincones singulares y museos.